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El futuro de la astronomía aficionada
Antonio Sánchez Ibarra

Mira, la estrella cometa

«La imaginación es más importante que el conocimiento».
– Albert Eintein

Hace unos días recibí un mensaje de un colega uruguayo a través del foro de la Liga Ibero-Americana de Astronomía. En el mensaje, expresaba preocupado sus dudas sobre la validez de las observaciones de variables por aficionados al existir un cúmulo de sistemas automatizados. Su inquietud tuvo la respuesta acertada del Coordinador de variables de la LIADA, pero me hizo reflexionar.

Considerándome ante todo y por siempre un aficionado independientemente de que me dedique profesionalmente a la Astronomía, hago una revisión a la evolución de la Astronomía para los aficionados en los últimos treinta años.

Un viaje por la astronomía aficionada

En la década de los setentas, era toda una proeza para los aficionados el conseguir telescopios, literatura astronómica y, ante todo, el mantenerse comunicados. Recuerdo perfectamente cómo el enviar un artículo a Universo de la LIADA, se realizaba a través del lento correo con el consabido riesgo de que nunca llegará. Penosamente, la correspondencia iba y venía en lapsos que significaban como mínimo, dos meses.

Afortunados quienes conseguían Sky and Telescope o Astronomy, que comenzaba a surgir en esa época. Recuerdo perfectamente que aún en mi
natal Nogales, Sonora, en la frontera con Estados Unidos, las cosas se complicaban. Mucho peor para aquellos que estaban lejos de la frontera e inmensamente mayor para nuestros hermanos en Centro o Sudamérica.

De igual forma la dificultad para contar con un telescopio. Yo evolucioné de un refractor de 2,5 cm en 1975 a un reflector newtoniano de 10 cm en 1978 y hasta 1985 un catadióptrico de 12,5 cm.

¿Fotografía? ¿Cámaras? ¿Accesorios? Todo esto era igual a sueños.

La década de los ochenta viene con la novedad de las cámaras digitales, los CCD. Claro, CCD para grandes observatorios e instituciones. ¿Para los aficionados? Ver las imágenes en las revistas.

En la década de los noventa, los CCD comienzan a ser accesibles para los aficionados, aunque obviamente no para todos. En especial, SBIG presentaba CCD pequeños que permitían una revolución aunada a la disminución en costo de los computadores.

Pero quizá el mayor impacto para los aficionados es la llegada de Internet en 1995. Yo mismo recuerdo mis limitaciones incluso en la Universidad de Sonora para tener el acceso, una cuenta de correo y trabajar con viejos navegadores.

No puedo olvidar mi expresión de asombro cuando podía ingresar a la página del Observatorio Solar Nacional de Estados Unidos y ver las imágenes del Sol obtenidas ese mismo día, o a la página de NASA y ver el avance de la exploración espacial. Más sorprendente era ver las últimas imágenes del Telescopio Espacial Hubble.

El mundo se abría. Podía dirigir correos y estar comunicado no sólo con los colegas en mi área, sino con cualquiera que tuviera el acceso. Veía las páginas web y me dije: «Debemos de tener lo mismo».

Un desfase en la afición

Pero en el transcurso del tiempo, ya en el principio del siglo XXI, tenemos un tremendo desfase.

Llamémosle la vieja guardia y me incluyo. ¿Cuántos hemos evolucionado al ritmo de estos cambios? ¿Para cuántos se vuelve fundamental el estar revisando el correo electrónico? ¿Cuántos navegamos diariamente para revisar las últimas noticias o imágenes? ¿Cuántos hemos logrado una disciplina de comunicación por este medio?

¿Hémos intentado en lugar de adquirir una cámara fotográfica contar con un computador y un CCD sencillo? ¿Hemos incursionado en el video con telescopio? ¿Sabemos cuán infinitamente económico es el utilizar vídeo o CCD versus fotografía convencional para quienes no tenemos recursos?

¿Medimos el potencial de tener una página web y actualizar periódicamente y, periódicamente no significa cada mes?

Ansiábamos años ha el tener en nuestras manos una revista con imágenes astronómicas recientes. Ahora fluyen por megas las imágenes y la información. ¿Revisamos las imágenes buscando algo? ¿Sabemos del gran éxito que han tenido muchos aficionados explorando imágenes de SOHO para descubrir nuevos cometas?

Por otra parte, ¿podemos creer que todo el cielo está cubierto con los nuevos sistemas automatizados? Obviamente no. LINEAR o Skywatch no pueden en ningún momento cubrir todo el cielo.

¿Podemos hacer desaparecer a la AAVSO (American Association of Variable Star
Observers) porque ya no son válidas las mediciones de brillo de variables?

¿Abatimos todas las redes de observación de manchas solares con el Índice de Wolf o el Sistema de Clasificación?

¿Dejamos de buscar cometas porque LINEAR ha encontrado muchos?

Principio: Ninguna observación está de más. Todas contribuyen a colectar información muy valiosa acumulativamente para la comprensión de muchos fenómenos y busqueda de nuevos objetos.

Único ejemplo que voy a presentar, es la construcción de curvas de luz de estrellas variables por la AAVSO.

Por otra parte, existen numerosos programas de participación en proyectos como SETI@Home o la página de observación de cometas de NASA.

Compromiso

Nuestra generación, quienes comenzamos a observar en la década de los setenta, tenemos el implícito compromiso de evolucionar y no sólo
mantenernos en los tiempos, sino visionar las posibilidades a futuro.

Mucho les he insistido a mis estudiantes, en el hecho de que nosotros, miembros de un país en vías de desarrollo, siempre a la zaga, por vez primera teníamos las mismas condiciones y posibilidades que cualquiera.

Esto es Internet. ¿Qué puede marcar la diferencia entre una página web y otras diez mil que aparezcan en un buscador? Yo creo que sólo la creatividad y el trabajo. Ahora, ahora, ahora, tenemos las mismas posibilidades que cualquiera.

Las nuevas generaciones de astrónomos aficionados navegan en Internet desde los siete años. Usan Messenger y tienen habilidades que nosotros no imaginamos.

¿Qué haremos? ¿Cuál es el compromiso?

Estar en tiempo simplemente. Tener visión. Imaginar las posibilidades.

Sea LIADA, AstroRed o cualquier otro grupo, tienen ahora el compromiso ineludible de estar en tiempo. ¿Nos seguiremos desgastando consiguiendo recursos para mantener una revista impresa o consiguiendo película fotográfica? ¿Por qué no podemos implementar nuevos programas de observación sumados a los existentes donde alguien este revisando imágenes de SOHO o del telescopio Hubble?

¿Cómo podremos atraer a esas nuevas generaciones si nuestras páginas web se mantienen congeladas por semanas? ¿Podemos en base a la disciplina y la consistencia estar buscando nuevos objetos en el cielo?

Los retos actuales no son de recursos, son de imaginación y visión.

Más información

Antonio Sánchez Ibarra es Premio Nacional de Divulgacion de la Ciencia y la Tecnología del año 2000 por la Sociedad Mexicana de Divulgación de la Ciencia y la Técnica y miembro del Departamento de Investigación en Física de la Universidad de Sonora, México.

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